Para poner en marcha una nueva empresa es necesario un buen puñado de horas de esfuerzo y dedicación. Una entidad no comienza a operar de la noche a la mañana sino que, muy al contrario, lo hace a través de un proceso en muchas ocasiones largo, costoso y muy engorroso. Además del tiempo que hay que invertir en ello, tampoco puede pasar desapercibido un manejo de los conocimientos y gestiones para conseguir darle vida a nuestro nuevo negocio.
Hace tres años, fui testigo directo de un escenario similar al que describo en el párrafo anterior. Se trataba del momento en el que en mi mente se asentaba la idea de montar una empresa dedicada a la venta juguetes y videojuegos para los más pequeños. Un negocio que me encantaba, para el que había un público objetivo muy interesante pero para el que todavía quedaban bastantes cuestiones legales por resolver.
A lo largo de toda mi vida he ido constatando cómo este tipo de problemas o barreras de entrada a la práctica de una actividad han derribado proyectos que tenían un futuro cuanto menos esperanzador. Por eso andaba un poco preocupado por el futuro de esa tienda de juguetes y videojuegos que tenía tantas ganas de abrir. ¿Borraría de un plumazo la agotadora burocracia mis expectativas de negocio?
No lo iba a permitir. Necesitaba asesoramiento para que mi idea dejara de tener pies de barro y para que el proceso de constitución de la empresa fuera lo más rápido posible. Por eso decidí que la principal opción no era otra que la de contratar a los mejores asesores, gente que tuviera experiencia en cuestiones como la que a mí me ocupaban y que realmente tuviera la capacidad de resolverlas. Profesionales, en definitiva, como los que trabajan para Trámites Fáciles Santander.
No me había resultado muy complicado dar con ellos ya que un par de días realizando búsquedas por Internet había sido suficiente. Quizá por eso me costara confiar en una asesoría como aquella en un principio. Pero esto estaba apunto de cambiar. Según había podido leer en la página web de la entidad, abrir mi propio negocio no implicaría demasiadas molestias para mis intereses. Además, contar con sus servicios no me saldría demasiado caro.
Rápidamente, nos pusimos a trabajar. El papeleo que tenía que resolver para comenzar mi labor era enorme: tenía que conseguir licencias y permisos, y debía enfrentarme a las rutinarias inspecciones. Al ser este el primer negocio que me encargaba de dirigir, carecía de la experiencia necesaria para llevar a efecto estos asuntos. Los más básicos, como dar de alta a un trabajador en la Seguridad Social o estar al corriente de todos los impuestos a pagar, también escapaban a mi alcance.
Una ayuda para todo
Contar con los servicios de los asesores de Trámites Fáciles Santander fue toda una suerte. Gracias a ellos, resolver todos los asuntos previos a la constitución de mi empresa fue mucho más fácil de lo que podría haber sido si me hubiera encargado por mí mismo. Teniendo en cuenta que no me había supuesto un desembolso económico muy fuerte, la operación me había resultado muy rentable.
No tuve problemas de ningún tipo para comenzar con mi actividad. Superé todas esas inspecciones, obtuve las licencias y permisos, y en cuanto contraté a mi primer trabajador, éste fue dado de alta en la Seguridad Social. Eran los primeros movimientos de una tienda que esperaba que me otorgara beneficios en un plazo no muy largo de tiempo y que era la principal baza para mi futuro y el de toda la familia.
En la actualidad, mi negocio es próspero y me ha permitido vivir con comodidad durante tres años. Funcionamos bastante bien: ofrecemos juguetes o videojuegos completamente nuevos y lo hacemos de manera eficiente y muy organizada. Esto nos ha permitido obtener una imagen intachable entre todos nuestros clientes y supone una de las bases sobre las que se asienta el proyecto, un proyecto que ha sido posible gracias a que su constitución estuvo gestionada por personas serias y confiables.