España es un país de bares, de eso no hay a estas alturas ninguna duda. Y lo queremos corroborar con datos, en concreto con los que hemos extraído gracias a una noticia que publicó la página web El Blog Salmón. Ahí se indica que en España hay 350.000 bares, lo que supone que existe uno por cada 175 habitantes. Esto es relevante porque es lo que ha hecho posible que la hostelería se coloque como uno de los sectores más importantes de nuestra economía. Y es que no todas las actividades pueden emplear a 1’7 millones de personas, que es la cantidad de gente a la que la hostelería daba trabajo en el año 2022 de acuerdo con la misma noticia a la ya que hemos hecho referencia.
Somos el país que cuenta con más bares de toda Europa y una buena prueba de todo ello es que, solamente con los establecimientos que hay de este tipo en la comunidad de Andalucía, se supera la cantidad de bares que hay en Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca en conjunto.
Después de una situación complicada derivada del coronavirus, la hostelería se ha ido recuperando de una manera bastante interesante en España. Así lo puso de manifiesto una noticia publicada en Hostelería Digital en la cual se indica que este negocio creció entre un 5% y un 10% a lo largo del año 2023. El año terminó también con la recuperación total de los datos de los que se disponían antes de la llegada de la pandemia, un momento que era bueno para la economía española y que también está llegando a otros sectores de producción de nuestro país.
Pero claro, para llegar hasta aquí, los bares y restaurantes han tenido que pasar por muchos momentos de sinsabores. ¿Os acordáis cuando no podían admitir a más de un número concreto de personas por aquello de mantener las distancias de seguridad? Pues eso, aunque permitía que el negocio al menos no estuviera completamente cerrado, no era suficiente como para garantizar la rentabilidad de un negocio como del que estamos hablando. Y claro, se resintió la actividad al completo. Por suerte, las cosas empezaron a cambiar en 2022 y en 2023, como ya hemos comentado, volvieron a la normalidad por completo.
Teniendo en cuenta los problemas con los que contaba el sector, quizá era un buen momento para que los dueños de los bares o restaurantes españoles intentaran cambiar algunas cosas. Quizá era el momento perfecto para hacer esa reforma que tanto esperaban o para realizar algún cambio en su modelo de negocio.
Fuimos muchos los que nos lanzamos a ello. Ya que no era posible obtener el beneficio que esperábamos, igual la mejor alternativa consistía en aprovechar esos momentos de encontrarse a medio gas para tratar de solventar aquellos proyectos que tuviéramos en mente y para los cuales tuviéramos que cerrar el negocio. Lógicamente, muchas personas optamos por ello para que, cuando las cosas empezaran a volver a ser como antes de la pandemia, ya pudiéramos rendir al 100% habiendo cambiado lo que queríamos cambiar.
Quizá nuestro negocio no necesitara una reforma, sino un cambio de estilo en la manera de hacer o presentar las cosas. Pues bien, esa es otra de las cosas que mucha gente ligada al mundo de la hostelería pensó durante aquellos momentos. ¿Era quizá el momento de cambiar la iluminación del negocio? ¿De cambiar las mesas y las sillas? ¿De ampliar la terraza? En efecto, mejor momento que ese no iba a haber.
El cambio no solo era estético, sino que también debía producirse en la manera de hacer las cosas
También fue un momento de mucha reflexión. La hostelería es un negocio muy sacrificado, el dueño de un establecimiento sabe a qué hora tiene que abrir por la mañana, pero muchas veces no sabe a qué hora va a terminar por la noche porque eso depende en buena medida de la cantidad de gente que vaya a acudir a su establecimiento. Entonces, al llegar la pandemia y empezar el confinamiento, muchas de las personas que trabajan en hostelería y que tienen un negocio en este sector empezaron a pensar y darle vueltas a la cabeza para intentar analizar qué podía fallar en lo relativo a la manera de realizar el servicio para tratar de mejorarlo.
La conclusión que muchas veces se quedaba en nuestra cabeza tenía que ver con un montón de cosas. Aquí os hago una lista de todo aquello que pasó por mi cabeza durante aquellas semanas de cara a mejorar mi servicio una vez que regresara la normalidad:
- Me dije que tenía que sonreír más porque muchas veces estaba demasiado serio y darle más alegría a mi rostro también influiría en la alegría que pudieran tener mis clientes.
- También me dije que debía invertir algo más de dinero en publicidad para alcanzar más público.
- Le di una vuelta a los precios y reduje algunos en los que contaba con un mayor margen.
- Y también determiné que tenía que hacer que en mi establecimiento tenía que aportar mi granito de arena en lo que respectaba al cuidado de nuestro entorno, de nuestra Tierra.
Y terminó siendo este último punto el que me tomé más en serio.
Tenía una intención absoluta de conseguir que mi bar fuera más ecofriendly y empecé a sondear opciones para hacerlo posible. Había muchas maneras de conseguirlo, pero una de las que me pareció más interesante fue la de comprar manteles ecológicos. En mi caso, descubrí un mundo de posibilidades en ese sentido al visitar la web de Tecsome, donde también disponían de papel secamanos ecológicos o bayetas desechables. Cada día la gente valora más el hecho de que las empresas apuesten por el cuidado de la Tierra y las personas que estamos a cargo de esas empresas debemos dar respuesta a esas demandas.
Tengo que decir que los resultados han sido positivos, muy positivos. Son muchas las personas que agradecen el cambio y que han reforzado la confianza en mi bar. Me alegra comprobar que todos esos pensamientos que fui generando durante la pandemia hayan dado resultado. Si no se hubiera producido una situación como esa, quizá nunca me hubiera dado cuenta de esos cambios tan necesarios en mi estrategia comercial. A veces, conviene parar y pensar.
Hay que pararse a pensar cada cierto tiempo
Una de las grandes conclusiones que saco es que hay que pararse a pensar cada cierto tiempo. Las necesidades de la gente y sus pensamientos siguen tendencias y cambian cada cierto tiempo, así que las empresas debemos adaptarnos a eso para intentar convencer a nuestros clientes para que vengan a nuestro local. Y eso puede depender de un amplio abanico de cosas.
Lo que he podido ver entre mi competencia es que, en buena medida, muchas de las personas que nos dedicamos a la hostelería pensamos en lo mismo. Teniendo en cuenta que a cada vez más gente nos importa el cuidado de nuestra Tierra, que ya está muy desgastada a causa del trato que todos y todas le hemos brindado con el paso de las décadas, era lógico que nuestra línea de actuación no podía hacer oídos sordos a una cuestión como la de la apuesta por materiales ecológicos.
Hay muchas otras maneras de colaborar con la mejora del estado de salud de nuestro planeta. Apostar por el reciclaje es una manera de hacerlo. Disponer de luces LED para nuestro local, también. Usar un coche que no sea de diésel o gasolina para desplazarnos a realizar las compras para nuestro negocio sería perfecto. Podéis emplear un montón de técnicas que seguro que van a generar un impacto positivo. Porque, aunque muchas veces creamos que nuestra colaboración no sirve para nada, eso no es verdad. Estaremos colaborando con el medioambiente y, además, estaremos marcando tendencia para que otras personas sigan nuestros pasos.
No podemos alejarnos de este camino porque es el único que nos puede ayudar a construir un mundo que sea mejor. En Barcelona, que es la ciudad de la que yo soy y en la que se encuentra mi bar, estamos sufriendo las consecuencias de la contaminación con una campana de polvo que cada vez es más grande y con un aumento progresivo en lo que respecta a la temperatura media que tenemos a lo largo del año.
Ojalá que, entre todos y todas, vayamos consiguiendo el objetivo. Para ello, que no se os olviden los pequeños detalles, porque tienen más importancia de lo que parece. Y no solo estamos hablando de hostelería, sino de todo, en general. Las empresas y los particulares tenemos una cierta responsabilidad en este tema y debemos hacer todo lo que esté en nuestra mano para conseguir construir un mundo mejor. Tenemos un gran reto por delante. ¿Creéis que vamos a ser capaces de cumplir con él y salir adelante? Yo soy optimista y quiero seguir siéndolo. A fin de cuentas, la esperanza es lo último que se pierde.