Hay un buen manojo de productos y servicios que están considerados como básicos para el desarrollo de una vida digna de los seres humanos. La comida o la bebida seguro que son los dos primeros en los que habéis pensado, pero no son los únicos ni mucho menos. Uno de los servicios que es imprescindible para hacer que la vida humana no sea una tortura es el de la electricidad. Sin ella, no existe bienestar ni posibilidad de alcanzarlo. Es algo que todos y todas tenemos más que asumido en los momentos en los que nos encontramos.
Hay una tendencia de pensamiento generalizada que no pone en duda que la electricidad ya es un bien al que tiene acceso todo el mundo. Pero la realidad se ha encargado, una vez más, de demostrarnos todo lo contrario. la realidad y una noticia publicada en la página web del diario El País, en la que se indica que el 13 % de la población mundial no tiene acceso a esa electricidad. En concreto, y como seguro que muchos y muchas ya suponéis, son las zonas más pobres las que tienen dificultades a la hora de acceder a un bien que, como decimos, es indispensable para garantizar la vida humana.
Según el portal web Energética 21, son un total de 780 millones de personas las que no tienen acceso a la electricidad en todo el mundo. Esto es 16 veces la población de un país como España o el doble de la población de una potencia como Estados Unidos. Podemos deducir, entonces, que estamos hablando de un problema de una magnitud tremenda y que necesita de una solución urgente por parte de la sociedad y de las instituciones públicas tanto de cada país como supranacionales. Se trata de una cuestión humanitaria.
A los políticos de muchas zonas del mundo se les llena la boca de decir que hay que ayudar a zonas que no cuentan con los recursos necesarios para que sus habitantes subsistan. Pero, a la hora de la verdad, lo cierto es que no hay una ayuda que sea determinante y que ayude a aliviar la situación precaria de la zona que la necesita. Desde Europa, por poner un ejemplo, hemos enviado tradicionalmente muchos alimentos a África. Y es algo que está muy bien. Pero lo que nuestros gobernantes deben facilitar es que se creen infraestructuras en el continente para favorecer su desarrollo social y económico.
De acuerdo con lo que apunta una amplia mayoría de economistas, que una zona geográfica concreta tenga acceso a todos los bienes básicos y cuente con recursos naturales y renovables es indispensable para que, en su seno, puedan instalarse empresas y tengan todo lo que necesitan al alcance de la mano para desarrollarse, generar riqueza y, consecuentemente, generar empleo. Los profesionales de Pasero nos han indicado que lo primero que debe tener un territorio para garantizar el crecimiento económico es un correcto acceso a la electricidad. Por eso, consideran que el primer paso para el desarrollo y la industrialización de África ha de ser la instalación de estaciones y subestaciones eléctricas por todo el continente.
Básica para absolutamente todo
Hay una cosa que la tecnología no ha cambiado a medida que ha ido aumentando su peso en la sociedad. Hablamos de la dependencia que tiene el ser humano de la electricidad. Y es que este bien sigue siendo necesario para conectar el amplio manojo de dispositivos tecnológicos tenemos tanto a nivel personal como a nivel institucional. De no ser por el acceso a la electricidad, hubiese dado igual el grado de tecnologización al que hubiéramos llegado en la sociedad.
Para hacer que una zona pobre y sin recursos se convierta en un lugar próspero hay que cubrir una serie de fases, de etapas. La primera de ellas es básica y no nos permitirá acceder a la segunda mientras no hayamos cumplido con todo lo necesario con ella. Esa primera etapa es la de dotar al lugar de todos esos recursos básicos que son elementales para garantizar cualquier mínimo de vida y actividad. Y es precisamente esa etapa la que necesitamos completar en un continente como África para empezar a terminar con el problema de pobreza que azota al continente y que, a fin de cuentas, es culpa de la colonización efectuada por los europeos hace varios siglos.
Estamos convencidos de que llegará un momento en el que África empezará a ser un continente que cuente con todo lo necesario para disponer de un modo de vida mucho más digno del que tiene ahora. Sería conveniente que este fuera un tema prioritario en las agendas de las grandes potencias europeas e internacionales. Ojalá que así sea. Es nuestro deber ético y moral y no hablaría precisamente bien de nuestros países que intentáramos eludirlo.