El 87% de las personas mayores quieren envejecer en su casa. Reivindican su papel como personas independientes. Una decisión que debemos respetar, sin embargo, el trascurso de los años pasa factura. Algunas tareas que hasta hace poco podÃan desempeñar sin problema ahora les resultan más difÃciles. A eso hay que añadirle los problemas de salud derivados de la edad. Una situación que requiere una atención especial.
España es el tercer paÃs con mayor promedio de edad de Europa. En nuestro paÃs viven casi 9 millones y medio de personas mayores de 65 años. Para el 2030 hay una previsión de que 1 de cada 3 españoles esté en la llamada tercera edad. Son aquellos que nos cuidaron cuando éramos niños, los que han estado a nuestro lado durante toda nuestra vida. Gracias a ellos, nosotros estamos aquÃ. Su cuidado es una cuestión de capital importancia.
Problemas de la vejez.
La soledad es uno de los problemas más preocupantes por los que atraviesan las personas mayores. Se calcula que en torno a 45.000 ancianos viven solos en España. Esto les crea indefensión. La posibilidad de no encontrar a alguien a su lado cuando sufren un accidente o de no tener ayuda para resolver un problema en el dÃa a dÃa.
Algunos de nuestros mayores tienen una sensación de desatención, aunque lleguen a justificárselo por lo ocupados que estén los hijos o por cómo se ha desarrollado la vida, sienten que todo lo que han dado a los demás no les es correspondido en un momento en el que lo necesitan. A menudo solo piden tener a alguien que les preste un poco de atención.
El envejecimiento del cuerpo comporta una serie de riesgos en la salud que se van agudizando progresivamente. En la web Todos somos uno los engloba en dos grandes grupos: fÃsicos y mentales.
En el terreno fÃsico la perdida de movilidad es el gran problema invisible. Suele estar detrás de la mayorÃa de accidentes domésticos que sufren los mayores, de las caÃdas y de la dificultad para realizar las tareas más sencillas. Coloca a las personas ancianas en una situación de desventaja y de vulnerabilidad, conduciéndolos a ser dependientes para realizar determinadas actividades fÃsicas y desenvolverse con naturalidad. La plena movilidad, que era una de sus principales bazas de las que disponÃa, se va deteriorando.
Este deterioro se concibe como una consecuencia natural del envejecimiento o como sÃntoma de otras enfermedades asociadas a la edad, cuando en realidad es un problema en sà mismo. Con el avance de la edad, las personas tienden al sedentarismo. A pasar mucho tiempo sentados en un sofá o tumbados en la cama. Realizar un poco de ejercicio diario, con una intensidad media baja, pasa de ser una afición a una necesidad de salud.
Con el paso de los años también aparecen problemas cognitivos y neuronales. Surgen las pérdidas de memoria y deterioros en el cerebro. La demencia senil aparece y se desarrolla en la tercera edad provocando en el enfermo confusión mental, desorientación, disturbios en el lenguaje, delirios intelectuales y anormalidad en la apreciación de los espacios.
El alzhéimer es otra de las enfermedades mentales degenerativas que se va extendiendo entre nuestros mayores. Pese a que lo veamos como algo muy lejano, hay 50 millones de personas en el mundo que lo padecen. Europa, el continente más envejecido, es donde más casos se concentran.
Tanto la demencia como el alzhéimer son progresivas. No se presentan en su máxima virulencia desde el principio. Los enfermos pasan por fases, que a veces pueden durar años, en las que se presentan sÃntomas a los que les restamos importancia; sin embargo, la enfermedad ya ha aparecido e irá evolucionando.
Atención doméstica.
Vivan solos o acompañados, los ancianos llega un momento que necesitan ayuda para realizar su vida con normalidad. Tradicionalmente, han sido los hijos los que se han encargado de prestársela, pero a veces por el trabajo o la distancia no pueden hacerlo, o encargarse de ello en la medida necesaria.
La opción más utilizada es contratar trabajadores domésticos. Según la O.I.T. (Organización internacional del Trabajo) los trabajadores domésticos son trabajadores que trabajan para un hogar u hogares privados, prestando servicios de cuidados directos o indirectos a los moradores del hogar. Un 76,2% son mujeres.
Dependiendo del estado de salud y del nivel adquisitivo de la familia, se les contrata para que pasen algunos dÃas por semana, asistan al anciano durante una parte del dÃa (una jornada laboral) o se quedan como internas. Se encargan de tareas de higiene, limpieza, hacer la compra, la comida, la colada, gestiones administrativas o cuidar del anciano.
El incremento de la demanda de trabajadoras de hogar en España obedece a razones demográficas y sociales. Por un lado, el envejecimiento de la población, por lo que se necesita más mano de obra para poder cuidarlos. Por otro lado, la incorporación de la mujer al mercado laboral, dotándolas de independencia económica y liberándola de una tarea que se le ha asignado históricamente. Gracias al aumento de la inmigración se ha podido cubrir este sector que se estaba quedando desatendido. El desarrollo de la sociedad ha convertido el trabajo doméstico, que era una actividad que se realizaba al servicio de las clases más pudientes, en una actividad esencial básica para el buen funcionamiento de la comunidad.
Atender a nuestros mayores, pasa a menudo por contratar a una persona que les asista para poder llevar una vida digna. Con eso nos aseguramos de que tenga una alimentación correcta, una higiene adecuada y que se tome su medicación. Problemas como la soledad se resuelven indirectamente de esta manera, estableciendo una relación en la que la cuidadora sobrepasa el rol de empleada, convirtiéndose, en algunas ocasiones, en la acompañante con la que el anciano comparte el traqueteo diario.
Asistencia profesional.
Por las particularidades del anciano, en ocasiones no basta con disponer de una persona que le ayude a llevar la casa. Según cuidado en casa, una empresa murciana especializada en el cuidado de mayores a domicilio, es necesario personal cualificado que tenga unos conocimientos médicos y geriátricos especÃficos.
Por su estado de salud, la persona mayor necesita de la asistencia de alguien con la formación de un asistente técnico sanitario o geriátrico que ponga atención a sus dolencias y limitaciones, y sepa cómo actuar en cualquier situación.
Es frecuente, en estos casos, requerir de la intervención de un fisioterapeuta. Partir de una fisioterapia preventiva, aquella que se anticipa a la aparición de las lesiones. Procurando que el anciano mantenga su movilidad. Que siga conservando una buena aptitud articular, fuerza en las extremidades y mantenga el equilibrio.
Se ha de evitar que pierda sus capacidades motrices, haciendo que mantenga su autonomÃa en el mayor número de ámbitos posibles, al mismo que continúan relacionándose con su entorno fÃsico y social.
Además de los masajes decontracturantes, el fisioterapeuta aplicará técnicas de fisioterapia respiratoria, para evitar la aparición de enfermedades que puedan surgir por una patologÃa respiratoria, la osteoterapia, para reestructurar y reequilibrar el esqueleto, y enseñará al paciente estiramientos y movimientos para mejorar la elasticidad de sus músculos.
En el caso de caÃdas y traumatismos o tras recibir una intervención quirúrgica, el fisioterapeuta trabajará con el paciente para que intente recuperar la operatividad de sus miembros antes de que sucediera el incidente.
Si el anciano sufre alguna enfermedad o varias, necesita a alguien a su lado que le ayude a seguir el tratamiento, que aplique las directrices indicadas por el médico, que le acompañe a las visitas de control y que vele por su recuperación, frenando el avance de la enfermedad. Deberá saber cómo actuar ante cualquier crisis médica, saber a quién recurrir e intervenir de una forma rápida y eficaz.
Un auxiliar geriátrico a domicilio se encarga del aseo del anciano (baño, corte de uñas. aseo personal), preparación de alimentos, ingesta asistida, administración de la medicación, compra de medicamentos, gestión de trámites administrativos y estudios médicos, apoyo psicológico y otras actividades diarias que redunden en beneficio del bienestar del mayor.
En el trabajo con las personas mayores siempre existe un componente social y otro de salud. Hay que partir de hacer un análisis concreto de la situación de la persona asistida y tomar acciones que vayan dirigidas a evitar riesgos en los dos campos. Se debe fomentar el contacto con la familia, con las distintas generaciones de esta, creando ámbitos de encuentro. Partir de la integración de la persona mayor en el entorno social. El que sea mayor y ya no trabaje no implica que tenga que aislarse. Se deberán buscar grupos y actividades en los que se pueda relacionar con los demás partiendo de sus gustos y de su situación. Siguen siendo un elemento activo de la sociedad. Con una gran cantidad de conocimientos adquiridos y una experiencia que puede ser de gran valor para los demás si se sabe canalizar.
Si nuestros mayores quieren seguir viviendo en casa, hay que apoyarlos y dotarlos de medios para que lleven una vida lo más cómoda posible.