Una de las palabras que podemos asociar a un momento como en el que decidimos emprender y montar nuestro propio negocio es la de “riesgo”. Es cierto que puede dar bastante miedo tenerla en la mente de manera continua cuando iniciamos un proyecto como del que estamos hablando, pero tampoco es menos verdad que es necesario tenerla ahí, en la cabeza, para saber prevenir cualquier situación que pueda jugarnos una mala pasada y ver reducidas las aspiraciones que tenemos entre manos para hacer de esa entidad algo rentable y, en resumidas cuentas, compatible con lo que queremos construir.
Hay riesgo cuando comenzamos con una actividad como esta porque apostamos e invertimos un dinero antes de saber cómo va funcionar el negocio que pensamos diseñar. Hay que tener dinero para alquilar instalaciones, para contratar personal, para adquirir las materias primas o las herramientas necesarias para componer los productos y servicios que después vamos a vender… y un largo etcétera. Es el precursor o los precursores de la idea los que tienen que dar este paso y eso no siempre es fácil. De hecho, nunca lo es. Poner dinero sin saber si lo vas a recuperar es una situación en la que esa palabra, “riesgo”, va a estar siempre ahí.
La verdad es que hay muchas cosas por las que todo puede salir mal en un caso como este. Podemos no tener suerte en el ejercicio de nuestra actividad y que las personas que componen nuestra clientela potencial no se sientan atraídas por el producto que intentamos venderles. No seríamos ni la primera ni la última empresa que se encuentra en esta situación. Y también podemos sufrir abusos por parte de algunas de las entidades con las que trabajamos (proveedores y, sobre todo, bancos y demás entidades financieras). Con los dos últimos hay que tener un especial cuidado.
No es para nada una casualidad que más de 220.000 consumidores (particulares, ya no solamente empresas) denunciaran a sus bancos en la década que transcurrió desde 2011 a 2021. Es un dato que comparte en una noticia el diario Público y que muestra que existe una confianza bastante pequeña en los bancos y las entidades financieras de las que nos rodeamos. Son muchos los problemas que nos pueden ocasionar y, en el caso de una empresa, cualquier abuso, especialmente si acabamos de empezar con nuestra actividad, puede derivar en una crisis de la que no nos levantarnos. Esta situación, por desgracia, se ha producido en España y ha sido bastante habitual, como acabamos de indicar, en los años posteriores a la crisis económica surgida en 2007.
Según otra noticia, en este caso publicada en el portal web de Onze11, existe una interminable lucha contra los bancos en España. Y es que este tipo de problemas no son nuevos ni mucho menos en el interior de nuestras fronteras. “Las entidades financieras tienen un largo historial de comportamientos poco éticos e ilegales”, reza el inicio del artículo. Basta con que tengamos eso en cuenta para tener en cuenta los problemas que podemos tener en una relación con una de estas entidades.
Hay varios asuntos concretos que se especifican en la noticia que os acabamos de señalar. Uno de ellos es la venta de pólizas de seguros abusiva, pero la cosa no se va a quedar ahí. Las comisiones abusivas, los fondos buitre, las cláusulas hipotecarias, las tarjetas revolving, las preferentes… La verdad es que son demasiadas las cosas en las que los bancos se han excedido y por las cuales han recibido muchas denuncias. Ni que decir tiene que esta ha sido la causa de muchos problemas para negocios de todos los sectores y de todos los tamaños.
Es cierto que las instituciones públicas han salido a escena en varias ocasiones para tratar de regular este asunto y que se han producido avances en la materia, pero las denuncias y los abusos se suceden en un país como el nuestro sin que se les haya puesto freno. Los bancos y las entidades financieras se están ganando una fama de lo más negativa y lo están haciendo a pulso. La defensa contra todas las injusticias y tropelías cometidas por ellos se ha convertido en algo necesario tanto para las empresas que trabajan con ellos como para los particulares que les han depositado su confianza.
La crisis del sistema financiero no ha hecho sino acrecentar en número y también en gravedad los abusos cometidos por la banca y las entidades financieras contra las empresas y particulares que componen su clientela, cobrándoles cantidades de dinero de manera indebida, entre otras tropelías. Esto es lo que se puede comprender después de echar un vistazo a la página web de SCG International Law y lo que nos debe mantener alerta siempre que tengamos una relación con bancos y entidades financieras. Mantenerse protegido en todo momento ante este tipo de entidades es una necesidad sin la cual sería muy difícil que no nos hicieran una jugada que pudiera en jaque los cimientos de nuestro negocio.
La crisis del coronavirus y la continua falta de certidumbre que provocó dicha situación también fue una excusa para que bancos y entidades financieras cometieran todo tipo de fechorías con empresas y particulares. Siempre que la situación económica no es la mejor a nivel general, hay que tener mucho cuidado con este tipo de entidades, si bien también está comprobado que en una situación de cierta estabilidad y bonanza podemos sufrir estos problemas.
Los bancos tienen buena parte de la responsabilidad en las crisis económicas
Los bancos tienen su parte de culpa en crisis como la que se produjo en 2007 y que se alegó casi una década. No cabe la menor duda de que estamos hablando de un negocio que, al tener en el dinero su principal producto, puede intervenir de manera decisiva en las decisiones que tome la gente para invertir en algo o no.
Pongamos un ejemplo claro: si los negocios no ofrecen créditos a las familias y a las empresas, estas dos ven limitada de un modo bastante grande su capacidad de inversión. Y eso hace que otras empresas que prestan servicios o que venden productos vean cómo su facturación no crece… y que haya gente que se vaya al paro (y nos encontremos con más motivos por los que el consumo no crezca, sino más bien todo lo contrario). Está claro que todo sería mucho más fácil si los bancos colaboraran y ofrecieran créditos a empresas y particulares para reactivar el consumo en periodos especialmente difíciles. A fin de cuentas, de eso van a obtener un beneficio en forma de intereses.
La realidad es que, en nuestro país, muchos bancos y entidades financieras decidieron cortar el grifo y con ello, las alas, de muchas personas y de muchos negocios. Ese fue el motivo por el que fue tan complicado salir de la crisis en nuestro país y por el que afectó de una manera tan directa la situación a las familias españolas. Recordemos que se superaron los 5 millones de parados en el interior de nuestras fronteras y que la tasa de desempleo llegó a colocarse por encima del 20%, aumentando con ello el riesgo de pobreza que tenían las familias, muchas de ellas con menores de edad a su cargo. La economía funciona del mismo modo en que lo hace una rueda: el dinero se tiene que mover, tiene que haber consumo en todos los sectores y por parte de todo el mundo, empresas y familias. Si no es así, si se paraliza la inversión y el consumo, las empresas no generan dinero, se producen despidos y la capacidad de generar dinero se congela.
No podemos fiarnos siempre al 100% de las entidades financieras o de los bancos. Es necesario tener una protección ante cualquier eventualidad que pueda surgir y que nos pueda poner en un brete. Son muchas las empresas que se han tenido que pelear con denuedo con esos bancos para obtener aquello que es suyo, sus derechos, y evitar de esa manera los abusos. Pero hay que conocer muy bien la norma y la jurisprudencia para saber de qué manera podemos hacer valer la legalidad y conseguir que no nos pisoteen. Para las empresas que no cuentan con abogados en nómina es especialmente importante tener en cuenta este asunto y que no les pille desprevenidas cualquier problema que pueda surgir con bancos y entidades similares.
Como os decía al principio, la palabra “riesgo” siempre va a ir asociada a dirigir un negocio. Pero es cierto que hay riesgos y riesgos. Una cosa es tener mala suerte y que los clientes no acudan hasta nuestro establecimiento para comprar y otra muy diferente es que haya bancos y entidades financieras intentando aprovecharse de la situación y sacarnos más dinero del que corresponde. Los dos debemos eliminarlos en la medida de lo posible, pero este último es realmente injusto y no podemos dejar de pelear para tratar de hacerlo desaparecer. Si lo conseguimos, tendremos la posibilidad de ganar en tranquilidad.