Quizá no ocurra en todos los sectores económicos, pero la procedencia de las empresas sí que importa, y mucho, en otros. Ese es el caso que afecta, sin ir más lejos, a los hoteles. Está claro que la procedencia de los hoteles sí que importa debido a que es el lugar en el que se sitúan uno de los motivos principales por los que la gente los escoge para pasar sus vacaciones. El por qué está claro: si una familia quiere disfrutar de unas vacaciones de sol y playa, se quedará antes con un hotel español que con uno noruego.
La procedencia es, de hecho, el elemento diferencial en un negocio como el hotelero. Los números, las posibilidades y los beneficios dependen de en qué situación se ubican. Dentro de España, no es lo mismo disponer de un hotel en Barcelona que hacerlo de un hotel en Salamanca, porque la cantidad y el perfil de los turistas que se acerquen a esas ciudades es muy diferente. Y las posibilidades de tener éxito varían, porque ni en Salamanca el coste del proyecto será tan caro ni se tendrán las mismas posibilidades de atraer a los turistas que cada año acuden a Barcelona.
España es un país en el que el turismo sigue y seguirá siendo un motor principal para nuestra economía. Los datos así lo avalan: un artículo del diario El País afirmaba que nuestro país iba a cerrar el año 2017 con un récord de 82’2 millones de turistas, una cifra que habla del buen momento que vive nuestro país en ese sentido. Pero a ese éxito no sólo ha contribuido el turismo de sol y playa. El turismo de interior, ese que protagonizan ciudades como Madrid, Toledo, Salamanca o Sevilla, ha jugado también su papel, un papel elemental.
La provincia de Barcelona fue una de las principales beneficiadas durante el pasado año. Según indicó un artículo del diario 20 Minutos, la provincia aumentó un 3% el número de turistas durante el pasado año, una cifra que demuestra que tanto su capital como los municipios que la rodean tienen un enorme potencial en materia turística durante todo el año. Y es que lugares como la Sagrada Familia, el Parque Güell, el puerto de Barcelona o la playa de la Barceloneta bien merecen una visita aunque sea sólo una vez en la vida.
Barcelona es una ciudad en las que las posibilidades de hospedaje son muy grandes. Los profesionales de uno de los hoteles de la ciudad, el Mercer Barcelona, llevan tiempo analizando cuáles son los motivos por los que los turistas de la ciudad se decantan por uno o por otro. Su conclusión es clara: los turistas apuestan cada vez más por la calidad y parecen decididos a obtener un servicio que realmente se la ofrezca.
Un entorno prácticamente inmejorable
Barcelona es una ciudad más que única. El principal motivo es el clima, que hace que ésta sea una ciudad apetecible de visitar incluso durante los meses de invierno o de otoño, en los que el clima en otros lugares de Europa es bastante desapacible pero que en Barcelona es bastante templado. Pero no sólo el clima es el que llama a los turistas para visitar la Ciudad Condal. La cultura que rodea a la capital catalana es también un motivo de reclamo, así como todo lo que tiene que ver con el deporte, algo por lo que la ciudad ha apostado de un modo firme desde los Juegos Olímpicos de 1992.
Bien es cierto que esta época, la del verano, es la más adecuada para visitar una ciudad como Barcelona. El ambiente de la ciudad es mucho más alegre y las posibilidades de realizar actividades al aire libre, que suele ser bastante grande durante todo el año, se convierte en algo totalmente habitual por las calles de la ciudad.
Lo mejor para la ciudad y para todo aquel que trabaja en ella es que parece que, en el futuro, la situación va a seguir siendo la misma. Barcelona seguirá llamando la atención de la gente por mucho que ya haya visitado la ciudad con antelación. La Ciudad Condal está bien asegurada en ese sentido. El turismo seguirá tirando, entre otros muchos sectores, de su economía durante un montón de años más.