Bañada por el océano Atlántico y con unos paisajes únicos, la costa de Huelva es el lugar ideal para los amantes del mar, la naturaleza y la historia. No solo es un sitio que vale la pena conocer, sino que por su belleza y la tranquilidad que se respira en él, el visitante se plantea pasar largas temporadas, e incluso adquirir una segunda residencia.
La provincia de Huelva tiene un enclave excepcional. Su litoral está bañado íntegramente por el océano Atlántico. Está delimitada por la desembocadura de los dos ríos más importantes del sur de España, el Guadiana y el Guadalquivir. Creando este último, en su fase final, un estuario de 500 metros de ancho y una longitud de 4 kilómetros antes de acceder al mar abierto, todo ello tras generar un área de marismas de gran valor ambiental.
La costa de Huelva es el final de Europa y se orienta a la cara occidental del continente africano, algo, que sin duda, marca su orografía y proporciona al paisaje una personalidad única.
Sus playas.
Huelva tiene 120 kilómetros de playa repartidos en la llamada Costa de la luz. Como describen en National Geographic, el Atlántico acaricia la arena fina de las playas de Huelva, a veces de un tono tostado y otras de un blanco cegador. En ellas se combinan playas de ambiente familiar con otras semi-vírgenes, rodeadas de un entorno natural poderoso, con bosques de enebros, matorrales de lentisco o pinares que se prolongan hasta las inmediaciones del arenal.
Son playas cuidadas. Galardonadas por la Unión Europea con 16 banderas azules. Constatando un ambiente seguro, higiénico y con servicios de calidad.
Hablar de las playas de Huelva daría para escribir varios libros. Nos centraremos en mencionar algunas de ellas, sin menospreciar el resto del litoral.
Matalascañas es la playa más próxima al parque nacional de Doñana. Un enclave habitado en mitad de un paraje natural, que a pesar de su ambiente familiar respeta el entorno que lo envuelve. El parque de dunas salvajes delimita la playa allá donde concluye la zona urbanizada. Matalascañas es una urbanización perteneciente al municipio de Almonte, con vida durante todo el año y que tiene entidad propia como si fuera un pueblo en sí mismo.
Mazagón tiene 10 kilómetros de arena fina ininterrumpidos. Al concluir el término municipal la playa empalma con la de Moguer y Palos, como si fuera una playa infinita. En todo ese recorrido se alternan zonas urbanizadas con playas prácticamente salvajes. El litoral de este pueblo arranca en las Marismas del Odiel y se adentra casi en las puertas del parque de Doñana.
Haciendo frontera entre los municipios de Isla Cristina y Lepe está la playa de la Islantilla. Una ubicación con más de 3.000 horas de sol anuales, ausencia de olas y un mar cálido durante la mayor parte del año. Flanqueada por una cortina de pinares y matorrales, cuenta con una protección pública que hace que año tras año ondee en ella la bandera azul como símbolo de excelencia.
Naturaleza.
Hablar de naturaleza en Huelva es hablar del Parque Natural de Doñana. Un espacio protegido de 122.000 hectáreas. Arranca desde el interior de la provincia hasta llegar a la costa. En él se combinan playas, acantilados, cotos, marismas y dunas. En 1969 pasó a ser protegido por el Estado como parque nacional, en 1989 recibió la consideración de parque natural, ampliándose el territorio protegido a lo que se conoce como el entorno de Doñana. En 1994 la UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad.
En Doñana existen varios ecosistemas. Uno son las marismas. Una confluencia de lagunas, unas saladas y otras dulces, muchas de ellas comunicadas entre sí, que surgen en torno al último tramo del rio Gualdalquivir. Ha dado lugar a una flora autóctona y es lugar de parada y cría para más de 200 especies de aves migratorias que se mueven entre África y Europa, migrando de un continente a otro con el paso de las estaciones.
Cerca de la costa se encuentran las dunas. Montículos de arena que van moviéndose lentamente, parecido a las arenas del desierto. Un ambiente agreste de poca vegetación en el que aparecen esparcidos pinos y arbustos.
Un poco más hacia adentro se encuentran los cotos. Antiguas dunas de arena estabilizadas y fosilizadas recubiertas de matorral, pobladas de alcornoques y piños piñoneros.
Al norte se encuentran los bosques de pinos, hinojos y encinas. Habitat natural de especies protegidas como el lince ibérico y aves rapaces como el águila imperial.
El parque es accesible al público y se puede visitar todos los días del año. Dispone de distintos puntos de información como el centro de visitantes El Acebuche, el palacio del Acebrón o la Fábrica de Hielo. A diario se organizan visitas guiadas en 4×4 que recorren todos los ecosistemas y acceden a rincones que no se pueden visitar por libre. Es frecuente que se organicen visitas a caballo o en carroza rociera.
Historia.
A 40 kilómetros del final de la playa del Parque de Doñana se encuentra Palos de Moguer, el puerto desde el que Cristóbal Colón tenía previsto partir hacia las Indias en 1492. Durante su estancia en Moguer, preparando el viaje, Colón se albergaba en el Monasterio de Santa Clara, dirigido en esa época por la abadesa sor Inés Enriquez, tía de Fernando el Católico. La intermediación de la monja fue decisiva para que el proyecto de Colón contara con el beneplácito de los reyes católicos.
Para realizar el viaje necesitaba hacerse con una tripulación. Para eso se puso en contacto con los hermanos Pinzón, unos marineros de aquel pueblo que se encargaron de proporcionársela y, además, aportaron su propia carabela, “La Niña”, construida en los astilleros de Moguer.
Para iniciar la travesía, los Pinzón decidieron partir de un puerto natural ubicado 7 kilómetros más al Oeste, Palos de la Frontera, puerto que no existe en la actualidad tal y como lo conoció Colón. Estaba situado en la desembocadura del Rio Tinto. La inexactitud de los cronistas del siglo XV hizo que durante siglos se confundiera Palos Moguer con Palos de la Frontera.
Una vez descubierta América, en su viaje de vuelta, Colón envía cartas al escribano real Luis Santángel, al tesorero de la corona, Gabriel Sánchez, y a los propios reyes católicos. Tiene previsto el desembarco para el 15 de marzo de 1493, esta vez en Palos de Moguer. Como se describe en un artículo del periódico Libertad Digital, Colón espera un recibimiento con todos los honores. Para ello aguarda durante semanas parado frente a las costas de Huelva.
Los reyes católicos declinan la invitación y obligan a Colón y a todo su séquito a recorrer la península ibérica, para ser finalmente recibidos en Barcelona. Colón, con sus cartas ha despertado expectación. Se presenta ante los reyes con oro, perlas, especias, aves exóticas y 7 aborígenes como muestra de su descubrimiento.
Colón presentó un vibrante relato de su travesía ante los reyes, mostró los papagayos, dio a probar las especias picantes y finalmente presentó a los 7 indios, de los que dijo que eran pacíficos y susceptibles de ser cristianizados, lo que prendió la ilusión en Isabel La Católica.
Dos días más tarde, se le concedió a Colón un escudo de armas y el trato de noble, sus hijos fueron acogidos en la corte, y Castilla mandó la construcción de una flota para evangelizar las nuevas tierras. Para partir el 25 de septiembre, esta vez desde Cádiz.
Vida durante todo el año.
A pesar de ser una zona turística, la costa de Huelva tiene vida durante todo el año. Con una red de servicios que garantizan una vida tranquila. Inmodoñana, una agencia inmobiliaria que opera en toda la provincia, propone Matalascañas como lugar para establecerse o centro de operaciones desde el que disfrutar de los atractivos de la zona.
Esta pedanía de Almonte, situada en la playa, al lado del Parque de Doñana, cuenta con una población estable de 2450 personas durante todo el año. En verano sobrepasa los 150.000. Dispone de servicios sanitarios, de educación y establecimientos comerciales. Con una temperatura agradable, desde allí se puede disfrutar de la playa en todo momento, de las experiencias naturales que ofrece el parque natural, y por su buena comunicación por carretera y transporte público se pueden conocer los lugares más atractivos de la provincia.
Huelva está plagada de pueblos con una población que oscila entre los 15.000 y los 25.000 habitantes. Formadas por casas de paredes blancas y techos rojizos, volcados al mar o enmarcados entre montañas, que enamoran al visitante nada más verlos. Todos estos pueblos: Almonte, Moguer, Isla Cristina, Valverde del Camino, Jabugo, Ubrique ofrecen atractivos al turista, pero no dependen del turismo íntegramente. Su actividad económica se centra en la agricultura, la ganadería, la pesca y la industria manufacturera. Esto hace que rebosen de vida con independencia de la temporada en la que se visita.
La costa onubense atrapa por la belleza de sus rincones y la amabilidad de sus gentes. Un lugar obligado para visitar y en el que una vez se conoce es muy difícil no quedarse.