Hacerse autónomo es una aventura profesional. La opción que adoptan algunos trabajadores para llevar adelante sus proyectos. En otras ocasiones, el autoempleo es la mejor alternativa para incorporarse al mercado laboral. En ambos casos, contar con un buen asesoramiento es fundamental.
Los asesores fiscales y contables, en muchos casos, efectúan los trámites del autónomo en su nombre y siempre orientan al emprendedor para que realice acciones que beneficien a su negocio.
Los gestores de Coma & Roig, una asesoría fiscal, laboral y contable con más de 36 años de experiencia, nos comentan que contar con un buen asesoramiento es clave para que los negocios lleguen a buen puerto. Sobre todo al principio. Un momento crítico en el que estamos transformando una idea en una realidad.
La revista digital Infoautónomos señala que cada año se registran en España 600.000 nuevos autónomos. Se está produciendo una variación respecto al tipo de actividad que desempeñan los emprendedores. Mientras se aprecia un descenso de sectores tradicionales como el comercio y la agricultura, aumentan otros como los servicios sanitarios, educativos, profesionales técnicos y servicios de la información.
Hoy, el 95,78% de las empresas españolas son autónomos o microempresas con menos de 9 trabajadores asalariados. Los autónomos representan el 16,42% de la población ocupada, con una masa de más de 3 millones de personas cotizando en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos.
Desde el 2014 se está produciendo un aumento sostenido de la población de autónomos. Si bien aún no llega a las cifras anteriores a la crisis del 2008, en el que se superó el máximo histórico de 3.409.008 personas dadas de alta en el R.E.T.A. (Régimen Especial de Trabajadores Autónomos). A partir de aquel momento, en 4 años se perdieron casi medio millón de puestos de trabajo por cuenta propia.
Aunque cada año se inscriben nuevos autónomos, el número de bajas es sensiblemente superior. En el 2022 las cifras de altas y bajas se equilibraron. Esto pone de manifiesto lo duro y complicado que es poner en marcha un negocio por cuenta propia en España.
Las condiciones económicas no son las más propicias: altos precios de los suministros y las materias primas (por la inflación), una economía controlada por las grandes empresas y una fuerte presión fiscal para las PYMES. Sin embargo, lo determinante es la toma de decisiones por parte del emprendedor. A veces por desconocimiento y otras por precipitación, los autónomos no toman las decisiones más adecuadas para sus negocios. De ahí que contar con un buen asesoramiento fiscal y contable, que ayude al autónomo a beneficiarse de ayudas fiscales y le permita reducir gastos, es importante para que el negocio crezca.
Estos son tres pasos importantes para darse de alta como autónomo.
Financiación.
Poner en marcha un negocio siempre implica una inversión inicial, que dependiendo de la actividad puede ser mayor o menor. Se necesita hacerse con una serie de medios para empezar a funcionar.
El método más utilizado tradicionalmente para obtener financiación ha sido siempre la obtención de créditos bancarios. Desde la crisis del 2008, el monto que las entidades bancarias destinan a financiar los proyectos de los emprendedores ha descendido considerablemente, al tiempo que se han endurecido las condiciones para conceder préstamos. Por otro lado, han surgido nuevos métodos para obtener fondos como el crowfunding o micromecenazgo.
Una opción interesante es la capitalización de la prestación por desempleo. Si se tiene derecho a paro, se puede solicitar al SEPE el abono íntegro de la prestación y con ello poner en marcha la empresa.
Se opte por una opción o por otra, es importante contar con un plan de negocio. Una memoria en la que se presente el funcionamiento de la empresa y el curso más probable de desarrollo. Un documento que acredite que la actividad que se va a realizar es rentable y en el que se informe de donde se va a invertir el dinero de la financiación inicial.
Para realizarlo es necesario contar con facturas performance facilitadas por los posibles proveedores y acreedores. Para redactar la memoria, es bueno apoyarse en una asesoría, ellos conocen los puntos fuertes que infunden confianza y estimulan la financiación.
No es lo mismo tener una entrevista con el director de una sucursal bancaria y solicitarle un préstamo personal para abrir una floristería que presentarle un documento en el que explicas dónde vas a invertir el dinero y cómo vas a obtener beneficios.
Tampoco tiene la misma fuerza, si presentas la memoria al SEPE para pedir la capitalización del paro o la das a conocer a tus posibles inversores. Denotas que tu proyecto está estudiado y trabajado.
A la hora de calcular la inversión inicial, necesitas prever un fondo que asegure tu supervivencia durante los primeros meses, e incluso el primer año, hasta que el negocio empiece a ser rentable.
Aunque conozcas el sector, tendrás que abrirte un hueco en el mercado y hacerte con una clientela.
Trámites.
La revista de la Seguridad Social nos indica los 5 pasos necesarios para empezar a trabajar como autónomo.
- Inscripción en el I.A.E. Lo primero que hay que hacer es ponerse en contacto con la Agencia Tributaria y darse de alta en el Impuesto de Actividades Económicas. Con ello estás indicando a Hacienda que vas a desempeñar una actividad económica en un sector determinado. La inscripción la efectúas en un epígrafe, que se corresponde, en lo fundamental, con el sector en el que vas a trabajar. La elección del epígrafe es importante, ya que determina, en gran medida, la forma en la que te vas a relacionar con Hacienda. Algunas actividades tributan en la modalidad de módulos (una cantidad fija que se abona cada 3 meses) mientras otras lo hacen por estimación objetiva. En la que debes presentar cada trimestre las facturas pagadas y cobradas.
- Darse de alta como autónomo en la Seguridad Social. Una vez inscrito en el I.A.E. deberás darte de alta en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos en la Tesorería General de la Seguridad Social. Al rellenar el formulario de inscripción deberás presentar el documento que te ha facilitado Hacienda en el que consta tu N.I.F. (Número de Identificación Fiscal) y la actividad económica en la que te has inscrito.
- Asociarse a una Mutua. Desde el 2007, todos los trabajadores autónomos tienen la obligación de inscribirse en una mutua que cubra las contingencias por accidente de trabajo y enfermedad profesional. Hay que recordar, que hasta esa fecha, los autónomos no tenían derecho a percibir ningún tipo de prestación por baja por enfermedad. La inscripción en la mutua hay que hacerla constar en la Tesorería General de la Seguridad Social.
- Comunicar la apertura del centro de trabajo. Formalizados los trámites ante Hacienda y la Seguridad Social, el autónomo debe comunicar a la consejería de trabajo de su comunidad autónoma la apertura del centro desde el que va a realizar su actividad.
- Licencias municipales. Dependiendo de la actividad que se vaya a desempeñar, será necesario solicitar licencias comerciales o industriales en el ayuntamiento de la localidad donde se tenga fijado el domicilio del negocio o en la comunidad autónoma.
La mayoría de estos trámites se pueden realizar de manera telemática. No son complicados, pero si son engorrosos y llevan su tiempo. Autorizando a un gestor, este los puede efectuar en tu nombre y en pocos días tienes todo el papeleo en regla para ejercer de autónomo legalmente. Mientras tú, te centras en lo que conoces y te interesa, que es poner en marcha la actividad económica.
Falsos mitos.
Existe la idea de que un trabajador autónomo es un empresario y que tiene un nivel adquisitivo superior a la mayoría de los trabajadores. Al ser su propio jefe, puede organizarse los horarios de trabajo y dispone de más tiempo para sí mismo. Todo esto es una visión idílica que no se corresponde con la realidad.
En muchos casos, sobre todo al principio, un autónomo cobra menos que si estuviera trabajando por cuenta ajena en el mismo sector. Implica un mayor nivel de responsabilidad y a menudo tiene que realizar tareas que no se corresponden directamente con su preparación profesional. Como la captación de clientes o la negociación con los proveedores. Para un autónomo existen obligaciones fiscales, pero no hay un salario mínimo. Lo que sí es cierto es que superando los gastos, todo lo demás son ingresos. Dependiendo de la actividad, para cubrir esos mínimos, hay mucho trabajo detrás.
Para un autónomo no existe una jornada laboral definida. El ritmo de trabajo lo marcan sus compromisos con los clientes y las fechas para hacer frente a los pagos. La mayoría de los autónomos realizan más de las 40 horas semanales y no eligen libremente su horario. Lo que sucede es que al trabajar para uno mismo, el trabajo es más llevadero que si estuvieras realizando horas extra en una empresa.
Ser autónomo tiene mucho de estilo de vida y puede llegar a ser muy reconfortante. Sin embargo, no lo puedes hacer tú todo, un error en el que a menudo caen muchos emprendedores. Delegar tareas como la gestión fiscal y laboral repercute positivamente en la evolución del negocio.